Colombia se prepara para convertirse en epicentro de la unidad caribeña. Entre el 9 y el 13 de diciembre de 2025, la isla de San Andrés será la sede de la segunda edición de la Cumbre de Pueblos del Caribe Occidental, un encuentro que busca consolidar la integración cultural, social y económica de los pueblos afrodescendientes y caribeños de la región.
El evento reunirá a representantes de pueblos originarios y comunidades afrocaribeñas como los Raizal, Creole, Miskito, Garífuna, así como delegaciones afro-costarricenses y afro-panameñas. A su vez, ministros de Relaciones Exteriores de 13 países del Caribe y Centroamérica entre ellos Jamaica, Nicaragua, Barbados, Haití, Surinam, Guatemala, Belice, Panamá y Costa Rica han sido invitados, consolidando un bloque regional de diálogo y cooperación.
La agenda de la cita es ambiciosa: busca avanzar hacia la creación de una futura Confederación de Pueblos del Caribe Occidental, iniciativa propuesta en la primera edición del evento, que instale una plataforma permanente de cooperación. Entre los ejes de trabajo están: la defensa de los derechos colectivos, la preservación de identidades culturales, la recuperación de lenguas ancestrales, el impulso a una economía sostenible, la protección del medio marino-costero, la promoción del turismo responsable y la generación de políticas sociales inclusivas.
La cumbre llega en un contexto regional sensible. Recientemente, las operaciones militares en aguas del Caribe han generado incertidumbre en comunidades costeras y pueblos afrocaribeños. Por ello, el encuentro en San Andrés se perfila como un espacio estratégico para fortalecer la diplomacia comunitaria, reivindicar derechos ancestrales y promover la seguridad ambiental, social y cultural.
Para muchos habitantes de San Andrés y territorios caribeños, esta cumbre representa algo más que reuniones políticas: es la esperanza de una voz colectiva que trascienda fronteras, reconozca la historia compartida y proyecte oportunidades reales de desarrollo, empleo, turismo e intercambio cultural. Un Caribe unido, diverso y resiliente.
Así, Colombia se propone no solo como anfitrión, sino como puente de diálogo y paz para una región que demanda visibilidad, justicia histórica y futuro compartido.
